martes, 17 de septiembre de 2013

1.2.2 Comunidad primitiva

Para su transcripción en el Avance Programático:

Nace con la aparición del hombre en la tierra en la que la mayor parte de los medios de producción y especialmente la tierra son de propiedad común. Su desarrollo conforma diferentes formas de organización social:

La horda es la forma más simple de la sociedad, son nómadas, no se distingue la paternidad, son un grupo reducido. El clan, por su parte, es un modelo exogámico, cuyos miembros eligen su pareja. La tribu comprende un gran número de aldeas y se caracteriza por la posesión de un territorio determinado, un dialecto definido, una cultura homogénea y una organización política definida.

Las investigaciones arqueológicas de los últimos decenios han dado lugar a multitud de nuevos descubrimientos que han enriquecido considerablemente las nociones científicas sobre la historia de la sociedad primitiva. Los nuevos datos permiten representarse tanto el grado de dependencia del hombre primitivo respecto a las condiciones naturales como el carácter de las modificaciones del hábitat ya en los albores de la historia de la sociedad humana.

Información complementaria:

Se conocen  indicios del empleo del fuego por el hombre primitivo por los hallazgos de espesas capas de cenizas en las grutas en que habitaron los sinántropos. Así pues, el hombre primitivo del paleolítico superior podía obtener sin gran trabajo fuego y emplearlo con largueza  en la condimentación  de los alimentos y para calentarse en tiempo frío. Con ello la necesidad de fuego se hizo ya tan indispensable y habitual que incluso en las épocas en que desaparecía la vegetación forestal –principalmente fuente de materia prima para los fogones y hogueras- el hombre aprendió a utilizar como combustible los huesos de los grandes mamíferos. Hogares contenidos carbones óseos se han encontrado en muchos estacionamientos del paleolítico inferior.

El hombre del paleolítico superior aprendió a contrarrestar las condiciones naturales desfavorables no solo con ayuda del fuego. Sabía acondicionar las pieles de los animales y hacer de ellas vestimentas. Así lo confirman igualmente los números buriles óseos y líticos, puntas con las que practicaban los agujeros en los sitios de costura, y también agujas de hueso alfileteros asimismo de hueso conteniendo surtidos de agujas con las que se cosían dichas pieles.

Por último, uno de los medios más importantes para superar las inclemencias naturales fueron las viviendas primitivas. Ya los paleantrópidos, predecesores del tipo humano contemporáneo, conocían rudimentos de edificación. En las grutas se han hallado obras de piedras evidenciadoras de que en el interior de las cuevas se construían barreras y cercas con las que el hombre se defendía de la intemperie y de las fieras.

En el paleolíticos superior la vivienda del hombre primitivo adquirio ya amplia difusión. Solia tener forma redondeada, con un diámetro de 4-6 m en la base; era algo así como la yurta siberiana. El armazón de la obra consistía en varas de madrea y huesos grandes de mamíferos, en especial del mamut, y también de colmillos. A menudo la base de tales moradas se afianzaba con auxilio de cráneos y mandíbulas inferiores de mamut. Algunas viviendas alcanzaban 10 o más metros de longitud por el eje mayor. Con frecuencia estas complejas obras iban acompañadas de pequeñas chozas periféricas, semienterradas, habitables, o de depósitos para guardar la reserva de alimentos.

Así pues, en el transcurso de la adaptación al cambio de las condiciones naturales, el hombre primitivo alcanzó no pocos éxitos. Ello constituyó una de las premisas indispensables para que se extendiera a latitudes más septentrionales. A su vez, los adelantos técnicos fueron resultado de un desarrollo ya bastante complejo de la organización social, expresada en la constitución del régimen de comunidad primitiva. Paralelamente a dicho procesos, avanza asimismo la formación de las provincias locales de las culturas materiales del hombre primitivo, que se diferenciaba una de las otras por las peculiaridades étnicas y la composición de las herramientas. Por consiguiente, el paleolítico superior no sólo fue la primera gran etapa del desarrollo biológico del hombre, sino también del desarrollo social de la humanidad primitiva.

Constituyo un período en el que el hombre conquistó muchos espacios. Sin embargo, el proceso de asentamiento del hombre prehistórico se caracterizó por una gran desigualdad en el tiempo. Ello se debió a diversas causas: a las diferencias de la organización social en las distintas etapas del desarrollo  de la sociedad primitiva, a la diversidad en el grado de desenvolvimiento de la cultura material y a la variedad de las condiciones naturales.

En el paleolítico superior los hombres del régimen de comunidad primitiva no sólo podían establecerse ya en zonas de condiciones naturales rigurosas, sino que aprendieron también a salvar grandes espacios acuáticos. En este periodo aparecen estacionamientos en el norte de Siberia y también en América del Norte. Durante este periodo en el hemisferio austral, probablemente con ayuda de balsas y pasando de una isla a otra, el hombre llegó a Australia.

Para su transcripción en el Avance Programático:

Este complejo proceso de asentamiento del hombre primitivo por la superficie de la Tierra es uno de los rasgos geográficos más radiantes en el desarrollo de la acción recíproca entre la sociedad primitiva y el medio natural. Cabe considerarlo asimismo como la etapa “embrionaria”, primigenia de los descubrimientos territoriales en la historia del conocimiento geográfico de la Tierra por el hombre. El inicio de los conocimientos geográficos en dicha etapa queda marcado por la aparición de diseños rudimentarios representando islas, ríos y lagos. En este proceso de asentamiento del hombre primitivo por la tierra parece que se centran, como en un foco, todos sus adelantos, todos los progresos de su cultura material, el desenvolvimiento de sus relaciones sociales y el ascenso intelectual en general. En otras palabras, ese brillante rasgo geográfico fue al mismo tiempo símbolo y criterio de desarrollo de la propia sociedad primitiva.

Información complementaria:

Con el paleolítico superior termina el largo período inicial de formación de la sociedad primitiva. Todo el conjunto de datos arqueológicos y paleogeográficos muestran que dicho período se caracterizó por el intenso influjo de los procesos naturales como de su cultura material (Valichko, Gvozdóver, 1969; Velichko, 1971). Aunque el influjo inverso –la acción del hombre sobre el medio natural- todavía era reducido, cabe señalar que ya en esa temprana etapa paleolítica se observan manifestaciones embrionarias, las raíces, de lo que habría de reforzarse considerablemente ya en el neolítico. De tal modo, en su propio hábitat, el hombre paleolítico merced de la caza iba modificando las correlaciones en la composición de las especies del mundo animal.

Existe incluso la opinión de que el hombre fue la causa principal de la extinción de los mamuts. Lo más probable, sin embargo, es que los hombres primitivos suscitasen visibles microcambios del paisaje en los alrededores de las estaciones fundamentalmente. Por ejemplo, con auxilio de los datos palinológico –obtenidos mediante el análisis del polen- se logra establecer  el brusco crecimiento de las plantas herbáceas resistentes al pisoteo en las etapas aculturadas. Ya en el paleolítico superior aparece una herramienta de cavadura, la azada de hueso. La invención del arco y la flecha en el mesolítico señalo que el hombre primitivo había obtenido una nueva arma, trascendental, que le permitía recurrir a nuevas forma de caza y aumentar la cantidad de los alimentos procurables.

En el neolítico aparece el hacha de piedra; su perfeccionamiento está relacionado con el dominio de los métodos de taladro y pulimentación. El hacha de piedra enmangada se convierte en una de las herramientas más importantes, y la azada de hueso con astil permite cultivar el suelo.

Para su transcripción en el Avance Programático:

Surgimiento de la agricultura y la ganadería en la sociedad primitiva.

El neolítico marca el tránsito a una nueva etapa de la sociedad primitiva, cuando a la par de las tribus de cazadores y recolectores de plantas primitivos aparecen las tribus que empiezan a ocuparse de la agricultura y la ganadería. Este proceso, titulado por algunas obras de “revolución neolítica”, data según los hallazgos arqueológicos sólo de los tiempos neolíticos. La cuestión de que si la ganadería se desarrolló históricamente a la par con la agricultura o si la precedió, queda esclarecida por una nueva luz en las indagaciones contemporáneas.

Información complementaria:

El paso de la economía de la apropiación a la de la producción se tradujo de modo distinto en las diferentes regiones. En muchas zonas, la agricultura hizo su aparición antes que la ganadería, y en determinadas condiciones (por ejemplo, en América Central y Meridional) su desarrollo posterior prosiguió de manera independiente.

Con toda la multiplicidad de variantes del mencionado proceso, para su característica general, tiene importancia básica la propuesta, hecha por Federico Engels, de subdividir la historia primitiva “en período de apropiación dominante de productos creados por la naturaleza, período de establecimiento de la ganadería y la agricultura, y período asimilativo de los métodos para aumentar la obtención de productos de la naturaleza mediante la actividad humana”.

En el desarrollo histórico de la acción recíproca entre la sociedad primitiva y el medio natural, la aparición de la agricultura constituye uno de los jalones más importantes en el camino que lleva desde la adaptación simple a la naturaleza con extracción de productos útiles para el consumo, hasta el cambio activo de la naturaleza circundante. A su vez, las diferencias del entorno físico pertenecen a las premisas fundamentales que explican las peculiaridades regionales del surgimiento y la difusión de la agricultura en los estadios iniciales de su desenvolvimiento.

Para el nacimiento de la agricultura fue de importancia primordial la existencia, en las zonas dadas, de plantas silvestres especialmente aptas para el cultivo. El esclarecimiento de las zonas donde nación la agricultura es objeto de intensas investigaciones científicas en las que se emplean los datos y métodos de la arqueología, de la paleobotánica, de la lingüística, de la geografía histórica y otras disciplinas. Es importante señalar que el papel de ciertos factores naturales en el desarrollo de la agricultura y de la ganadería cambia de manera esencial con el desarrollo de sociedad primitiva, el perfeccionamiento de las herramientas de trabajo, la adquisición de nuevos hábitos de gestión de economía, el acopio de los conocimientos respectivos, el incremento de la población y demás.


Para su transcripción en el Avance Programático:

Es notorio que la sociedad primitiva se caracterizó por un bajo nivel técnico de la agricultura si se compara con las primeras sociedades de clase. Al mismo tiempo es esencial que ya en la comuna primitiva aparecen rudimentos de cultura agrícola, a cuyo desarrollo está vinculada en adelante la asimilación de tierras para el cultivo. La herramienta básica del labrador primitivo era la azada (de hueso, de madera, con filo de piedra, y más tarde de metal). Genéticamente ligado a la azada, parece también en ciertos lugares de la comuna primitiva el arado prehistórico, más desempeña todavía un papel secundario.


En una etapa relativamente tardía del desarrollo de la sociedad primitiva, se establecen en forma elemental diversas relaciones entre la agricultura y la ganadería, vinculadas de uno y otro modo a las peculiaridades locales del medio natural. Sirvió, a este respecto, de premisa indispensable para el surgimiento de la ganadería la presencia de animales salvajes aptos para el amansamiento y aclimatación doméstica, así como la existencia de condiciones naturales propicias para la cría. En este sentido difieren de modo radical las condiciones naturales de Europa y Asia, por ejemplo, en comparación con las de América del Norte y del Sur. La falta de animales que pudieran ser domesticados y empleados como fuerza de tiro en la agricultura, fue la premisa natural para el desarrollo del laboreo de azada en América Central y Meridional, no relacionado (a diferencia de la agricultura europea) con la ganadería.

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