lunes, 4 de noviembre de 2013

2.1.3. Definición de objeto.

El dualismo de sujeto y objeto es parte de la esencia del conocimiento. La relación entre los dos principios es, al mismo tiempo, una correlación. El sujeto sólo es sujeto para un objeto y el objeto sólo es objeto para un sujeto. Uno y otro son lo que son, en cuanto que son para el otro. Sin embargo, esta correlación no es reversible. Ser sujeto es totalmente diferente de ser objeto. La función del sujeto consiste es aprehender al objeto, mientras que la del objeto es ser aprehensible y aprehendido por el sujeto.

La relación sujeto-objeto da como resultado el conocimiento, es decir, la determinación de las propiedades o características (reales o atribuidas) de las cosas, objetos, procesos, personas y fenómenos naturales o sociales. Al señalar que las características de un objeto, un hecho, incluso una persona, pueden ser reales o atribuidas, quiere decir que la mera observación no nos proporciona toda la información sobre el objeto, ni todo lo que procesamos es cierto u objetivo.

Por otra parte, el concepto de objetividad depende, por un lado, del concepto de objeto que manejamos y, por otro, de las reglas normativas propias del área en cuestión. En ciencia, dichas reglas constituyen la metodología científica propia de cada disciplina.

La objetividad en sentido epistémico no es sinónimo de verdad, aunque a menudo solemos confundir los dos conceptos. Es más bien un "índice de confianza" o de "calidad" de los conocimientos y representaciones.

Tampoco es sinónimo de fidelidad al objeto ("fiel a la realidad"), a pesar de que éste sea uno de sus criterios más frecuentemente mencionados, porque los criterios normativos que permiten distinguir lo objetivo de lo que no es, son fijados en cada ámbito por la comunidad de los miembros o expertos del mismo.

Desde Kant la objetividad es definida como validez universal, esto es, validez para todos los hombres, con independencia de su religión, cultura, época o lugar, por contraposición con aquello que vale sólo para unos pocos. De modo que la objetividad se opone al relativismo, donde todo es válido según las perspectiva de "cada quien".


En su sentido epistémico En cuanto a su fundamento normativo, podemos decir que la objetividad epistémica descansa en última instancia en la alteridad del objeto respecto del sujeto, así como en la racionalidad de éste. Una racionalidad y una alteridad (la cual se manifiesta en términos de resistencia o de independencia respecto de la voluntad) que tal vez haya que buscar en el ámbito de la acción.

Información complementaria:

A partir de los años sesenta, sin embargo, la exigencia de universalidad empieza a ser sustituida por la exigencia de consenso en el seno de la comunidad científica, cultural, etc., separando de este modo diferentes esferas de uso del concepto. Lejos de la concepción estrictamente formal o metodológica que marcó el llamado positivismo lógico, nos aproximamos hoy en día a una concepción mucho más intersubjetiva.

Alfred Shultz (Viena, 1899) propone una lectura de la realidad social a partir de la intersubjetividad que tiene lugar en la vida cotidiana. Considera que los hechos no son realidades externas, sino objetos ideales, en tanto son construidos en nuestra conciencia, donde el significado se encuentra en la relación de los actores con los objetos. En esta relación, debido al lenguaje el mundo externo es ordenado. Es así que el significado de un fenómeno determinado se construye intersubjetivamente.

Alfred Shultz distingue dos tipos de significado, a los que define como subjetivos u objetivos. El primero se refiere a objetos constituyentes en la conciencia de la persona que produjo lo que es objetivamente significativo. En otras palabras, es la construcción mental y personal de ciertos componentes de la realidad. Por otro lado, el significado objetivo se refiere a contextos amplios de significado que existen en la cultura y que son compartidos socialmente.

La tarea que se plantea Alfred Shultz es penetrar en el proceso de ordenación del mundo social. La pregunta que lo guía es: ¿Es posible captar estructuras subjetivas de sentido mediante un conocimiento objetivo? Su reto es encontrar la manera de acceder al mundo de los significados, los cuales no resultan directamente evidentes. El problema del significado conlleva las vivencias propias y ajenas. Por ello para Shultz el significado es intersubjetivo, se construye considerando al otro y en interacción con el otro, superando de esta manera la concepción determinista de las estructuras (que se imponen a la subjetividad individual) por una noción de construcción del conocimiento a partir de la interacción social.

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