Proceso mediante el cual la realidad se refleja y
reproduce en el pensamiento humano. Dicho proceso está condicionado por las
leyes del devenir social y se halla indisolublemente unido a la actividad
práctica.
Fuera de las
sensaciones, el ser humano no puede saber nada acerca de la realidad. Las
sensaciones proporcionan al hombre un conocimiento de las cualidades externas
de las cosas, adquiere diversa información respecto a los cambios que se
producen en el medio que le rodea.
Los datos de
la experiencia son elaborados y generalizados por la facultad cognoscitiva del
hombre, por el pensamiento verbal, abstracto y lógico, que se
realiza en forma de conceptos, juicios y razonamientos. Los
conceptos también aparecen en el hombre como producto de su actividad
productiva social.
De esta
manera, el fin del conocimiento estriba en alcanzar la verdad objetiva. En
el proceso del conocimiento, el hombre adquiere saber, asimila conceptos acerca
de los fenómenos reales y va comprendiendo el mundo circundante.
Dicho saber
se utiliza en la actividad práctica para transformar el mundo, para subordinar
la naturaleza a las necesidades del ser humano. El conocimiento y la
transformación práctica de la naturaleza y de la sociedad, son dos facetas de
un mismo proceso histórico, que se condicionan y se penetran recíprocamente.
El conocer
mismo constituye un momento necesario de la actividad práctica de la sociedad,
pues dicha actividad es propia de los seres humanos y éstos la realizan
basándose en el conocimiento de las propiedades y de las funciones de objetos.
Información complementaria
A través de la
historia, el conocimiento siempre ha estado presente y ha sido generado por el
hombre para vencer los obstáculos que le ha planteado su evolución por este
planeta. En la época que nos ha tocado vivir, el conocimiento ha adquirido una
importancia fundamental debido al surgimiento de factores como las nuevas
tecnologías, que han borrado las barreras geográficas y han multiplicado las
formas de compartir, almacenar y recuperar el conocimiento. El saber hacer, y
con ello la generación del conocimiento, se ha convertido en el principal
capital de las empresas, y su adquisición y conservación es una acción
estratégica para una actuación exitosa.
El conocimiento es la
integración de experiencia, valores, información y saber hacer, que es la base
para la incorporación continua de nuevas experiencias e información, y es útil
para la acción. Para Andreu y Sieber (2000), el conocimiento se caracteriza por
ser:
a) Personal, la
persona lo origina y en ella reside, lo asimila como resultado de su propia
experiencia (es decir, de su propio “hacer”, ya sea físico o intelectual) y lo
incorpora a su acervo personal de conocimientos, estando “convencidas” de su
significado e implicaciones, articulándolo como un todo organizado que da
estructura y significado a sus distintas “piezas”.
b) Utilizable, se
puede repetir sin que el conocimiento “se consuma” como ocurre con otros bienes
físicos, permite “entender” los fenómenos que las personas perciben (cada una
“a su manera”, de acuerdo precisamente con lo que su conocimiento implica en un
momento determinado), y también “evaluarlos”, en el sentido de juzgar la
utilidad o conveniencia de los mismos para cada una en cada momento.
c) Guía para la
acción de las personas, en el sentido de tomar decisiones adecuadas en cada
momento y contexto.
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